FÚTBOL BASE: ¿FORMACIÓN O RESULTADOS?
En el mundo del fútbol base, siempre surge el mismo debate: ¿Debería priorizarse la formación de los jugadores o los resultados del equipo?
Esta pregunta ha dividido a entrenadores y padres por igual.
La formación de jugadores desde una edad temprana es fundamental para el crecimiento sostenible y la idea a largo plazo es crear jugadores versátiles.
Más allá de las habilidades puramente técnicas, la formación se extiende al desarrollo físico y mental.
La enseñanza de fundamentos sólidos se vuelve necesaria, ya que construyen una base sobre la cual se puede construir una idea de juego.
Al proporcionar una comprensión profunda del juego, los jugadores no solo aprenden "qué" hacer, sino también "por qué" hacerlo. Esto fomenta el pensamiento táctico y la toma de decisiones en el campo.
Asimismo, la inversión en el desarrollo físico y mental garantiza que los jugadores estén preparados para los niveles de exigencia que requieren este deporte a medida que avanzan en su aprendizaje.
El núcleo sustantivo del desarrollo en la formación del fútbol base se basa en fundamentos técnicos y tácticos; mientras que los fundamentos psicológicos y emocionales, nos ayudan a trabajar la comprensión del juego y el control emocional.
La integración de valores éticos, como la deportividad y la ética de trabajo, es un ingrediente fundamental para crear mejores futbolistas y mejores personas tanto en el campo como fuera de él.
La obsesión por obtener resultados a toda costa, se convierte cada semana en una tendencia dañina en el fútbol base, al ejercer una presión sobre los jugadores en desarrollo.
Esta obsesión conlleva el peligroso efecto de crear una atmósfera de rendimiento donde los errores son castigados y la experimentación es inhibida.
A largo plazo, esta mentalidad puede tener consecuencias tóxicas, limitando el crecimiento y evolución natural de los jugadores.
La presión de ganar a cualquier coste puede perjudicar y afectar negativamente su rendimiento. Además, esta mentalidad puede erosionar la capacidad de los jugadores para tomar riesgos y aprender de los errores, aspectos esenciales para un desarrollo satisfactorio.
El diseño de programas de entrenamiento equilibrados es fundamental. Estos programas deben combinar la formación técnica con la preparación para la competición.
El enfoque en el desarrollo integral implica abordar no solo las habilidades físicas y técnicas, sino también aspectos mentales y emocionales.
Fomentar la competitividad sana, basada en el respeto y la superación personal, es indispensable para equilibrar la búsqueda de resultados y el crecimiento a largo plazo.
La síntesis efectiva entre formación y resultados radica en el diseño de programas de entrenamiento que atiendan a ambas facetas. La planificación cuidadosa debe incorporar ejercicios que fomenten habilidades técnicas y tácticas, al tiempo que cultivan resistencia mental.
Además, fomentar una competitividad sana puede estimular el rendimiento sin comprometer la formación y el espíritu deportivo.
Los entrenadores y padres ejercen una influencia fundamental en el equilibrio entre formación y resultados. Los entrenadores deben asumir la responsabilidad de modelar la perspectiva de los jugadores. Esto implica promover una mentalidad enfocada en el desarrollo sostenible y la búsqueda de mejoras constantes.
Los padres, por su parte, tienen la tarea de respaldar este enfoque y brindar un apoyo incondicional priorizando la formación integral por encima de los resultados inmediatos.
El papel de los entrenadores es decisivo en la formación de los jugadores. Deben adoptar una visión a largo plazo y promover una cultura de desarrollo constante. Paralelamente, los padres desempeñan un papel importante al apoyar emocionalmente y mantener una perspectiva equilibrada. Su respaldo incondicional contribuye a crear un entorno propicio para el crecimiento y la formación integral de los jugadores.